El ex jefe de gabinete y actual interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio, Aníbal Fernández habló sobre la carne y entreverando temas y cifras. Rebautizó la hacienda que compran los chinos, la nombró «vaca reserva» y confirmó que las medidas no se toman en base a criterios técnicos, sino a «problemas ideológicos».
Aníbal Fernández, exhibió en un canal oficialista de televisión un cóctel de datos con la pretensión de dar “rigor” a una serie de argumentos para presentar el cepo cárnico como una medida sin impacto en la ganadería y hasta virtuosa para el consumidor.
Embarcado en esa mecánica, tuvo al menos un par de momentos sorprendentes. Una especie de “blooper”, por un lado, y por otro algo así como un “sincericidio” que bien podría servirle al sector agropecuario para convencerse de la inutilidad de querer contrarrestar los arrebatos oficiales con argumentos racionales.
La primera “perlita”, que le valió en redes sociales todo tipo de epítetos entre quienes tienen un mínimo contacto con el agro, fue nombrar la vaca de conserva como “de reserva”. Inmediatamente salieron al cruce infinidad de productores y asesores para remarcar el desliz y su ignorancia sobre el tema acerca del cual era consultado.
La otra debiera ponerle punto final al dilema crónico de tratar de entender cómo es que desde el gobierno se empecinan en tomar medidas que generan más perjuicios que beneficios. “Si señor, es un problema ideológico”, sostuvo el ex funcionario devenido en circunstancial especialista del mercado de carnes, en referencia a declaraciones del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, quien había señalado que las medidas sólo se comprenden por ese factor.
Para Fernández el problema de fondo es que “el conflicto está en la acumulación de la riqueza”, aunque la cadena de ganados y carnes sea de los negocios con mayor diversidad con miles de productores, consignatarias y frigoríficos, que interactúan en una competencia casi perfecta en base a oferta y demanda. Y agregó: “lo que ustedes están queriendo hacer (le hablaba imaginariamente a Pino) es lastimarlo al presidente”, como si fueran los ganaderos quienes determinan el precio de la carne en el mostrador.
Montado sobre el cliché de la “concentración”, y tras una pirueta retórica que puso a un mismo nivel el cepo cárnico y la facturación del “agronegocio” durante el primer semestre, Fernández insistió: “esto es lo que estamos viviendo en la Argentina; entonces ¿es ideológico? ¡sí es ideológico!”. Aunque luego continuó diciendo que “si el Presidente no saca ese decreto se aceleran los precios, ¡con qué necesidad!”, una manera inconsciente de admitir la inflación galopante que el gobierno no sabe, no quiere o no puede contener.