Hace casi cuatro meses, cuando empezó a escalar el conflicto entre el Gobierno nacional y la cadena de valor de la carne vacuna por el precio en las carnicerías y supermercados, desde el Ministerio de Desarrollo Productivo pusieron sobre la mesa un nuevo sistema de faena y comercialización – el troceo- apuntando a una baja de los precios. Si bien el sistema fue modificado en mayo -entrará en vigencia el 1° de enero- impulsando la comercialización por troceo (trozos de 32 kilos) en lugar de media res, «para ganar eficiencia y llevar la demanda de acuerdo a lo que precisan distintos sectores», había dicho entonces Matías Kulfas, el titular de esa cartera, hasta ahora la medida no ha dejado conforme a los actores de la industria frigorífica.
Más allá de la vigencia de la medida, en los barrios aún se ve por las mañanas a personal de las empresas frigoríficas bajando las medias reses a hombro, un modo de comercialización enraizado en el país desde hace más de cien años.
Como fuere, el fin de semana y con el cambio de gabinete en ciernes, desde la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA) dejaron en claro que el troceo no genera simpatías en la actividad.
«La decisión de intervenir en el mercado comercial, obligando al troceo para la distribución al comercio minorista solo traerá perjuicios a los operadores y encarecimiento del producto a los consumidores», señaló Daniel Urcía, presidente de FIFRA, en un editorial publicado en el sitio web institucional.
La crítica fundamental tiene que ver con que el sistema de transporte «no está preparado para transportar trozos y automáticamente se reduce su carga en un tercio, incrementando el costo» de producción, señaló.
Urcía destacó que en el país hay más de 200 mataderos que no cuentan con instalaciones adecuadas para hacer el troceo y de los restantes muchos no poseen capacidad de frío suficiente para almacenar su producción. «Hacerlo obligatorio en esas condiciones significará bajar la inocuidad del producto, poniendo en riesgo la salud de la población», apuntó.
Y fue un más allá. «Así como está diseñado será un fracaso rotundo como lo fue el Corte por lo Sano en el año 1991», enfatizó Urcía. Recordó de esa manera el programa de troceo que ese año intentó implementar el entonces secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Felipe Solá, que paradójicamente acaba de dejar el gabinete nacional, en medio de los cambios imprevistos del fin de semana.
En aquel momento y ahora, la oposición llegó desde los frigoríficos. Urcía señaló que la salud de los trabajadores, que se busca proteger con la medida, «bien puede ser cuidada por el uso de medios mecánicos, como se hace habitualmente en muchos lugares, lo que implica por ejemplo la utilización de rieleras, guinches o carros especiales para el acarreo de medias reses», indicó.
La mención no es ingenua. Los empresarios del sector saben que desde esta semana tendrán sentado enfrente a Julián Domínguez, un viejo conocido, y buscan que pueda dejar sin efecto el troceo.
Impuestos
Pero además del troceo, hay reclamos por la fuerte carga impositiva del sector. Entre otros temas, piden:
– Adecuación de alícuota de IVA al servicio de faena e insumos de producción de engorde intensivo, que deberían tributar 10,5%.
– Régimen simplificado para comercio minorista de carne vacuna.
– Acuerdo con provincias para un régimen de alícuotas de Ingresos Brutos para carnes unificado. Desde FIFRA sostienen que la alícuota debería ser del 1% en el comercio minorista y de 0,5% para industrias y matarifes abastecedores.
– Eliminación de las retenciones a la exportación de carne vacuna, que hoy paga el 9%, en un escenario de levantamiento a las restricciones de exportación que pesan sobre el sector, que perjudica especialmente a quienes exportan a China y también, por el cupo, a algunos que exportan o podría exportar a Israel.
– Eliminación de retenciones a la exportación de cuero crudo salado, que tributa nuevamente el 15%, tras un breve período de eliminación del derecho.
– Créditos a la compra de Maíz para hacienda en engorde a corral.