El acuerdo entre el Gobierno nacional, algunos frigoríficos y algunos supermercados, puso nuevamente en la mira el dato que los argentinos consumimos cada vez menos carne vacuna. A lo largo del 2020 se consumieron casi 50 kilos de carne vacuna por persona y por año. ¿Cómo se llega a ese número?
Lo primero que hay que decir es que el país se encuentra en uno de sus mínimos históricos en el consumo de carne vacuna, con 49,7 kilos anuales por habitante. Es una cifra que -tal como surge de las estadísticas de la Cámara de la Industria de Comercio de Carne y Derivados (Ciccra)- hace empalidecer el 2002 cuando se consumían 58 kilos promedio o al 2011 -posterior al fracaso del plan Moreno- en momentos que el consumo estuvo en 55 kilos o cuando en 2019, devaluación mediante, se cayó a 51,7 kilos.
Sin embargo hay que destacar que en pocos lugares del mundo la proteína de carne es tan barata como en Argentina: en un relevamiento del Ieral-Fundación Mediterránea, se comprobó que sobre 102 países relevados, Argentina está 93 en cuanto al precio de los cortes vacunos. Esto significa que si el consumidor no llega a comprarlos no es culpa del producto o del que lo produce, sino de un salario bajo por otros motivos.
En cuanto a cómo se llega al promedio de consumo anual, hay que decir que En 2020, los frigoríficos tuvieron el mayor nivel de actividad en 11 años: faenaron 14 millones de cabezas bovinas, de las que se extrajeron 3,17 millones de toneladas de res con hueso, según datos de la Cámara de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra).
De ese total, 2,25 millones de toneladas fueron absorbidas por el mercado interno. De allí se desprende una estimación de consumo promedio anual por habitante es exactamente de 49,7 kilos por habitante y por año, el más bajo en 100 años, de acuerdo con Ciccra.
El pico de consumo promedio de carne vacuna en el país se había dado en 1956, al tocar los 100,8 kilogramo por persona.
